Sabemos que para obtener buenos resultados lo fundamental es una asignación eficiente de los recursos, y eso implica, entre otras cosas, focalizar nuestros esfuerzos en aquellos clientes rentables para la marca. Pero, ¿Cómo sabemos si un cliente "vale la pena"? Es ahí donde cobra importancia el CLV.
El valor del consumidor radica en su contribución a la organización a lo largo de su vida, es decir, el total de dinero que se espera que una persona gaste en nosotros.
Este dato debería guiarnos para saber cuánto invertir en mantener la relación con un consumidor no debemos gastar más que el CLV, ya que dejaría de ser rentable. Perdemos más de lo que ganamos.
Con el CLV, podemos determinar de forma más fácil aspectos como el mejor tipo de cliente y cuánto gastar para conseguirlos, o los productos que quieren los clientes con mayor CLV o que generan mayores ganancias. Con esta información es más sencillo dirigir los esfuerzos hacia los clientes correctos para lograr cierta estabilidad en el negocio.
¿Qué otros beneficios nos trae calcular el CLV?
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Mejora en la atención al cliente: hay más posibilidades de vender a un cliente existente que a uno nuevo, por lo debemos trabajar por ofrecer un servicio de excelencia que los invite a comprar nuevamente.
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Segmentación más específica: conociendo el tipo de cliente más rentabele, sabemos a quiénes apuntar nuestros esfuerzos con más énfasis.
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Comportamiento de tus clientes: calcular el CLV implica un seguimiento de los hábitos del cliente con nuestra marca, por lo que nos interiorizamos mucho más sobre su forma de comprar.
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Inversiones más acertadas: sabremos en qué clientes vale la pena gastar y cuáles son las estrategias más apropiadas para abordarlo.
Así, en resumen, el CLV nos sirve para saber a qué tipo de clientes vamos a priorizar con el objetivo de maximizar nuestra rentabilidad. Nos orienta para desarrollar mejores estrategias, mejores comunicaciones, y en consecuencia, mejores resultados.
¿Calculas el valor de vida del cliente en tu negocio?
